Jinetes y Amazonas de nuestro raid

Hace 100 años, 13 de octubre de 1913, se disputo la primera marcha de resistencia ecuestre Sarandí Grande – Florida - Sarandí Grande, motivo más que suficiente para recordar a los únicos dos jinetes, de los trece que participaron, que completaron el recorrido, llenos de impericia y desconocimiento.

El ganador de la competencia fue Amadeo Rodríguez, y el segundo lugar lo ocupó Eduardo Grajales.

Transcurrieron dos años para que, acalladas las duras críticas por el desmedido  esfuerzo exigido a las cabalgaduras, se disputara la segunda prueba, esta vez hacia la ciudad de Durazno, resultando ganador Coralio Bentancour.

Es imposible nombrar a los miles de jinetes que han participado desde 1935 a la fecha, pero del mismo modo en que lo hicimos en “Grandes caballos de la historia”, sentimos la obligación y el deber de nombrar a quien, en polémico final, fuera el ganador del 1ª Raid Hípico de la era moderna, el decano “Batalla de Sarandí”, Don Eladio González Céspedes, que le gano por un cuerpo al eximio jinete Alcides Cassani, el recordado “Sapo”, al cual tuvimos la inmensa dicha de ver correr el “33 Orientales”, siendo esa su última participación, y en la que defendió un puesto lejano con uno de sus mejores alumnos, Enrique Arroqui “El Chueco”.

Surgen muchos recuerdos, todos afloran al galope largo y tendido, todos piden permiso para estar. Soy consciente de que será muy difícil nombrarlos a todos, pero trataremos, en lo posible, década a década, recordarlos.

 

“El Sapo” Cassani poseía la virtud innata de hacer andar a los caballos distendidos, aprovechándolos al máximo, sin pedirles todo, les hacía dar todo… En los de trote fue un artista y en los “largos” se lució siempre, aunque nunca pudo ganar un “Batalla de Sarandí”, las cosas raras del destino…

Don Arístides Scaron Pallares se dio el gran gusto de participar en la “Copa de Oro” del decano, en 1984. En aquel momento la curiosidad me invadió y un buen trayecto en el camino vecinal de Piedras Coloradas me deleite mirándolo. Hoy, a casi 29 años, sigo pensando y cada vez me convenzo más, que tanto “El Sapo” Cassani como “El Chivo” Scaron fueron adelantados en su época, hoy están vigentes en cada uno de los jinetes de raid, lo que ellos hacían es lo que hoy hacen muchos jinetes que practican este deporte ecuestre, desde la forma de sentarse para aliviar el lomo, administrar las energías para completar el recorrido promediando la velocidad sin desperdiciar tiempo. Hoy los adelantos tecnológicos son muchos, monturas de fibra de carbono, jergas sintéticas, estribos de aluminio, bombas eléctricas para mojar, apoyo constante desde las unidades acompañantes, pistas elegidas para el mejor desempeño, en fin, totalmente diferente en estos aspectos, pero encima de los caballos las mismas cosas.

En la década del ’40 apareció la diminuta dama de la boina roja, Isabel Placeres, “¿Una mujer mezclándose con hombres corriendo raid de caballos?”, se preguntaban todos, y criticaban, en aquella época. Sin embargo en el 11º “Batalla de Sarandí”, (1945) clasificó 2ª con “Firulete” detrás del Tte. Eduardo Elduayen, quien había sido ganador en 1949 de la primera edición del “33 Orientales” del Club Deportivo Social “Sarandí”, de Sarandí Grande.

Isabel Placeres era hija de un entrenador de caballos pura sangre en Las Piedras, así nació su pasión por los caballos y su gran estilo para montarlos. A más de un pupilo del stud paterno le hizo alguna “partida”,  preparándolos para alguna carrera.

Como dama, le otorgaban 5 kg  de ventaja. Hasta que en 1947 en un final electrizante, “sin luz” le ganó al Tte. Velázquez Scardino. Tras este desenlace se terminaron las ventajas.

En 1950 fue  segunda, detrás del Tte. Luis Guarino. En 1951 repitió el triunfo con “Ponciano” y logró también el primer lugar en 1952, siendo este su último triunfo en Sarandí Grande.

La mayoría de los participantes eran militares provenientes de la Escuela de Equitación del Ejercito, con sus característicos uniformes, sentados en las monturas con elegancia admirable, siendo el primer oficial que ganó un “Batalla de Sarandí” el Tte. Raúl Fernández Monteavaro, en 1940.

Continuaron participando en cada una de las existentes, en las dos de Sarandí Grande y en Santa Clara de Olimar, pagos del primer jinete campeón nacional, Washington “Nanico”  Saravia, que a pesar de la falta de su brazo derecho, ha sido uno de los mejores  de todas las épocas.

Justamente en un “Independencia Nacional” (1967) donde ya había ganado dos veces consecutivas con “Cuerito” (1965 y 1966), el Tte. Jesús Monge con “Yo-Yo”, le ganó el lado de subir al entrar a la recta, y no lo dejó utilizar el látigo. Sin dudarlo, dos grandes jinetes de la rica historia de la Federación Ecuestre Uruguaya.

Como católico, agradezco a Dios, la oportunidad de haber sido testigo del encuentro, luego de varios años, de otros dos inmensos jinetes y rivales acérrimos en la carretera, y amigos, bien amigos fuera de ellas: Ataulfo Caetano y Raúl Acosta. Fue precisamente en vísperas de la Copa de Oro del “Independencia Nacional”, en el Club Hispano Uruguayo de Santa Clara de Olimar, en agosto de 2001. Estábamos conversando junto a Raúl Acosta, recordando y escuchándolo muy atentamente. De pronto me preguntó “¿No sabes si Ataulfo anda por acá?”. Y es por esto que agradezco infinitamente: miré hacia mi derecha, y cigarrillo en mano, mirando a lo lejos con su “Don Fernando” ingresó al Hispano la figura inconfundible del hombre de Paso Pereira; Ataulfo. Inmediatamente lo llame, y sin mediar palabras, se confundieron en un largo y apretado abrazo, como descargándose, o traspasándose las ansias de uno al otro. Aquella eterna rivalidad carretera estaba ya muy lejana.

Entre tantas y tantas cosas que recordaron -yo todo oídos, como no podía ser de otra manera-, me compartieron una de las anécdotas más bellas que he escuchado de la boca de verdaderos caballeros – y reitero, grandes rivales- pero hombres de bien en todos los sentidos.

La historia que les escuché hablaba de “un ‘Libertad’, en Cerro Chato”, en el cual Ataulfo había ganado con un caballo de Orosman Bengoechea y Raúl había sido tercero. En la noche del domingo le avisaron a Ataulfo que había fallecido su mamá. Los dirigentes del Hispano le preguntaron quién iba a hacer la prueba de suficiencia, y sin dudar un instante les dijo: “Raúl Acosta”. Sorprendidos y dudosos, le preguntaron: “¿Está seguro Ataulfo?”.

El fenomenal Raúl Acosta se responsabilizó de montar el caballo de su entrañable amigo, y el lunes realizó la prueba reglamentariamente. Demostración cabal de caballerosidad y de gran respeto, si las hay.

En un momento de ese reencuentro, Ataulfo le pregunto a Raúl: “Para vos ¿cuál fue el mejor jinete de raid?”. Y los dos coincidieron: “Mondego grande”. Se referían a Rodolfo “Calucho” Mondego, que lució su esbelta estampa en hipódromos, pistas, y también en las carreteras. Un verdadero fenómeno encima de los equinos.

Seguiremos, y les prometo, en la próxima entrega recordaremos a muchos más que han dejado marcas imborrables en la rica historia de los raid en todo el país.